Miras en tu interior y descubres que todo es una farsa, que todo cuanto has sentido y vivido no ha sido más que una pesadilla de la que no deseabas despertar, pero la fría corriente del tiempo al fin te ha despertado, golpeando tu ser con fuerza y azotando todo tu mundo, haciendo caer ese velo que cubría tu existencia, finalizando el último acto de una comedia demasiado extensa.
Los actores ya regresan a sus hogares, desconcertados por la función, ¿realidad o fantasía? ¿Sueño o pesadilla? Abres los ojos a un nuevo día y descubres que no sabes bien dónde ni cuándo te encuentras, te miras ante el espejo y ni siquiera te reconoces. La figura que ves delante de ti no es más que el reflejo de lo que antaño fuiste, creías haber crecido y aprendido, pero al despertar descubres que todo era mentira, que sigues siendo el mismo ingenuo de tiempo atrás.
Caminas por la senda del destino, observando como los hilos de tu vida se tejen sin apenas poder modificarlos, contemplas impotente como cada una de tus oportunidades pasan ante tus ojos como el carrete de una vieja película. Miras a tu alrededor y solamente ves ovejitas descarriadas y perritos falderos, individuos que no saben o no desean conocerse a sí mismos y solamente siguen. Te miran extrañados, no entienden el brillo en tu mirada, tu expresión de lastima y tus zapatos rasgados. Los ves pasar ante ti y continuas tu camino, tus pasos nunca se volverán a detener, nunca más volverás a perder la senda ni a desperdiciar ni una sola oportunidad más. Creías ser libre y volviste a caer en una jaula, pero esta vez eras más fuerte y esos débiles barrotes no podían frenar tus ansias de libertad, los quebraste y volviste a volar como ave libre que siempre has sido.
...Nunca me detendré...
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